Vino y carne: combinación perfecta para el paladar

La carne de ternera es ideal para saborear un buen vino. Los especialistas en gastronomía y enología os lo certifican. Acompañar un estofado, unas carrilleras o bien un solomillo de ternera con una gran añada es sencillamente divino para el paladar. Si durante mucho tiempo, se asociaba la carne de ternera al consumo de un vino tinto, la tendencia hoy en día nos demuestra que los hábitos están cambiando.

¿Qué tipo de vino beber con una carne de ternera?

Para identificar el vino que mejor encaja con cada plato de ternera, la primera regla a seguir es que no importa tanto su tipo. Los expertos en gastronomía subrayan que para escoger el vino adecuado, lo más importante será fijarnos en la manera de cocinar la carne, las combinaciones de sabores y las texturas con las cuales vamos a preparar nuestro plato.

En el caso de la preparación de una Lata de ternera con cebollas, es aconsejable optar por un vino blanco, ya que desprende a la vez untuosidad y potencia, como por ejemplo uno de tipo Chardonnay. Esta variedad de vino es larga de boca y no tiene extremos duros ni una acidez agresiva. Por otra parte, si estamos preparando un Carpaccio de ternera, el vino idóneo será un tinto de cuerpo medio. Si finalmente optamos por elaborar un Steak Tartar, la combinación perfecta se hará con un vino rosado bien fresco.

¿Lo sabías?

Para encontrar la combinación perfecta con nuestro plato de ternera, es necesario analizar diferentes conceptos antes de escoger el vino idóneo.

Como lo hemos visto anteriormente, la carne no siempre se acompaña de un vino tinto. Puede que el tipo que vamos a escoger sea blanco o incluso rosado. Por ello, es importante tener en cuenta que el color del vino no influye obligatoriamente sobre su potencia. Aunque los vinos tintos tengan muchas veces más cuerpo que los demás, en algunas ocasiones podemos encontrar una añada de tipo blanca que sea bastante afrutada. Otro punto esencial es la temperatura a la que servimos el vino. Si optamos por un vino tinto, aconsejamos servirlo a una temperatura de entre 16 y 18 grados. En el caso de un vino blanco, los especialistas en enología indican que lo mejor es saborearlo a 12 grados o menos.

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